Extrañezas

por Juan Pedro Posani

Causa verdadera extrañeza esta repetida y nueva oposición a que la actividad humana que concierne al espacio construido (arquitectura, ciudad, tecnología constructiva, etc.) pueda tener una presentación museística como cualquiera otra actividad humana y sus productos. Es una posición-oposición digna de ser examinada con atención. En la teoría y en la práctica la tendencia mundial es a aceptar sin ningún problema que puedan existir con éxito y provecho museos dedicados a infinitos temas: desde las tiras cómicas a la literatura y la poesía, desde los logros científicos a las historias de amor, desde los dinosaurios al cine y la música. Todo lo contrario, hay consenso general en que nuestra “civilización” (las comillas son para evitar entrar en detalles negativos) se expande y circula por todos los continentes con un crecimiento exponencial de nuevas instituciones museísticas. La globalización actual, buena o mala, se ha caracterizado entre otras cosas por esta impresionante difusión de la tipología del museo. Es un hecho objetivo imposible de negar.

(1) Museo de Arquitectura Leopoldo Rother. Bogotá, Colombia.

Otra cosa es entrar a discutir si la ilustre y ya anciana definición de museo como caja hermética para conservar valores patrimoniales, sigue siendo actual, con verdadera capacidad para enfrentar los retos de la información y del conocimiento contemporáneos. A nuestro juicio la respuesta debe ser negativa. El museo hoy, cualquiera que sea su tema, debe ajustarse a una dinámica didáctica y de conservación bien diferente, más ágil, más diferenciada, mucho más inclusiva. Técnicas y experiencias museográficas tradicionales han recibido críticas demoledoras: un nuevo concepto de museo se ha ido perfilando.

(2) Ciudad de la Arquitectura y el Patrimonio. París, Francia.

En este sentido el MUSARQ no dejará de tomar muy en cuenta las perspectivas que ofrece la nueva visión museográfica. Un museo para debatir, lo hemos dicho y repetido a todos quienes han querido escucharnos. Y no nos cansaremos de repetirlo. Pero sobre todo de traducirlo en hechos. En este marco conceptual nos imponemos como principio-guía el de ser un museo abierto a todos, no elitesco, no dedicado exclusivamente a los arquitectos, a sus preocupaciones estéticas y a sus egos. La documentación de cómo aquí se construía antes de la invasión europea, y luego toda la compleja historia de la arquitectura y de las ciudades, cómo han crecido y conformado hasta las glorias y los disparates más recientes, serán objeto de exposiciones didácticas, accesibles a todos, especialmente a los niños y a los escolares.

Hay un gran trabajo por hacer para que el recorrido histórico sea claro para quienes hoy son ciudadanos, para que sean fácilmente comprensibles los mecanismos y los intereses que han modelado durante siglos el fenómeno urbano y la arquitectura que lo integra. Siguiendo la mejor normativa museística procuraremos clasificar y conservar todo el material que constituye la colección: planos, documentos, dibujos, fotos, maquetas, que con el tiempo se van a convertir en un patrimonio de gran interés para la historia de la arquitectura venezolana. Por supuesto no dejaremos de atender los problemas y a los valores específicos que son parte y cuerpo del oficio- los análisis y las exposiciones cuyas temáticas son esencialmente de naturaleza disciplinaria- pero cuidaremos de manera muy especial la relación tan actual y tan determinante entre los dilemas de la gente, de los usuarios de la arquitectura y de la ciudad, y las propuestas que de cara a todo ello apuntan los profesionales venezolanos que se dedican al diseño y a la construcción del espacio.

Los dramas, las angustias y también las esperanzas de todos los ciudadanos, especialmente las de los eternos excluidos del goce ciudadano, de quienes gracias a las “cualidades y virtudes” del juego mercantil, padecen todas las consecuencias del egoísmo social y del capitalismo subdesarrollado, son y serán el centro, el prontuario, de nuestros debates, de nuestras exposiciones, de nuestras actividades didácticas, pedagógicas y de educación.

(3) Museo Nacional de Arquitectura. Rotterdam, Holanda.

El MUSARQ está determinado a convertirse en un centro de intercambio de ideas, de confrontación de aspiraciones y de deseos. Un lugar privilegiado para que allí nos encontremos, nos miremos las caras, los viejos amigos y los nuevos, especialistas de la profesión y novatos del oficio, gente del común, simples ciudadanos y expertos urbanistas, críticos de élite y opinadores de costumbre. El MUSARQ pretende ofrecer sus espacios, cuando por fin estén listos e inaugurados, para que en ellos converjan todas las polémicas posibles (también como la actual, que agradecemos porque, entre otras cosas, nos ha puesto en la boca y en la atención de mucha gente que de otro modo ni se hubiera enterado de nuestra existencia). Como debe corresponder a un museo, con el mayor grado de democracia, con absoluta libertad de participación, siempre y cuando razones argumentales y decencia verbal sean la regla.

Por ello invitamos de una vez, a todos quienes están interesados en los procesos constructivos que tocan a la arquitectura y a la ciudad, Colegio de Arquitectos, Facultades Arquitectura y de Ingeniería, urbanistas, cronistas urbanos, grupos de trabajo e investigación: el MUSARQ estará abierto para sus convenciones, exposiciones, discusiones, conversatorios… para todas aquellas actividades que implican renovación de ideas, de propósitos, de conocimiento. Será nuestro pequeño pero útil aporte para seguir construyendo el país.

(4) Museo Nacional de la Construcción. Washington D.C. E.E.U.U.

Conviene ahora regresar otra vez al tema inicial. La polémica teórica acerca de la existencia de un museo de arquitectura en Venezuela, lo que equivale a dudar de la utilidad de la misma tipología.

Recordemos. En los años sesenta del siglo pasado, un grupo de arquitectos, pequeño pero muy significativo y representativo (algunos, William Niño, Jorge Rigamonti, ya no están con nosotros) se movió como pudo para lograr un museo de arquitectura en Caracas. Los esfuerzos y la dedicación tuvieron eco por lo menos en algunas exposiciones de mucho valor y que todavía se recuerdan. Se trata pues de una aspiración, de un proyecto que tiene mucho tiempo en el programa social de la ciudad. Llama la atención que hoy, cuando por fin estamos a dos pasos (o meses) de su realización con una sede que, nos guste o no, es un hito en esta Caracas tan vapuleada por la desidia y el abandono de décadas, se abra una polémica tan peregrina. Todo ello hace suponer intenciones subordinadas o, como se decía en otras épocas de “arepas multisápidas”, tan vicarias. No importa. Hoy la profesión, el estudiante, el ciudadano, van a tener por fin una sede donde relamer sus heridas y otear el horizonte. O tomarse un café. Y también, por supuesto, donde descubrir realidades y dibujar firmes esperanzas.

Asombra que se ponga en discusión el caso del museo de arquitectura de Venezuela como si se tratase de un fenómeno excepcional, sorprendente, insólito. ¿Se tratará de un asunto de información? Pongamos, una vez más, los hechos en perspectiva.

(5) Museo Nacional de Arte, Arquitectura y Diseño. Oslo, Noruega.

Una rápida mirada a lo que ocurre en el mundo, en lo que concierne a este argumento, nos revela un panorama interesante. Se lo resumimos. En los cinco continentes hay más de 60 (66 para la exactitud) museos de arquitectura, centros de arquitectura y museos monográficos para la obra de un arquitecto en particular. En Holanda hay 46 pequeños centros de arquitectura dedicados a importantes intercambios con la comunidad. Igualmente, en el Reino Unido, 23 centros. En América Latina existen 7 museos de arquitectura: México, Costa Rica, Bogotá, Quito, Buenos Aires, Sao Paulo, y obviamente Caracas. Algunos museos bien conocidos como el de Washington, el de Paris, el de Montreal o los de Holanda, disponen de sedes de grandes dimensiones y de presupuestos para sus actividades realmente envidiables. Existe, además, el ICAM, (Organización Internacional de Museos de Arquitectura) cuyo cometido es confederar a todos los museos de arquitectura del mundo. Los amigos y amigas conocidos, intelectuales muy respetables, que le niegan a nuestra arquitectura el derecho a disponer también de su museo, lo hacen a partir de unas misteriosas bases conceptuales, en todo caso muy débiles, difíciles de descubrir porque nunca asoman con claridad y que sospechosamente sugieren un tramojo más emocional que argumental. Cabe preguntarles si suponen que el ejército de arquitectos, críticos, historiadores, conservadores, investigadores, museógrafos, que operan en los 66 museos arriba señalados, están todos equivocados o son víctimas inconscientes de un cautivante “virus-promuseístico” que les impide ver lo aberrante de trabajar y sostener un museo de arquitectura.

Viendo con calma el asunto de esta extraña discrepancia, se hace evidente que no se trata de una discusión muy trascendente. Tal vez le hemos dedicado demasiado tiempo y espacio. No desdecimos de la polémica, que será siempre bienvenida. Pero las cosas tienen un límite tras el cual puede comenzar la farsa. Podemos con alegría seguir nuestro trabajo.

(6) Centro Canadiense de Arquitectura. Montreal, Canadá.

Quedan algunos puntos en el clásico tintero, que ahora es una computadora. El tema de la calificación específicamente estética del edificio y de sus soluciones de diseño.

Para otra semana será.

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