Recuerdos menudos pero importantes

Liceo Simón Bolívar. San Cristobal Edo. Táchira.

Era un hombre alto y corpulento. Hablaba un español con un fuerte acento alemán. Se le comentaba un carácter de disciplina y de mando. Con un sólido y competente bagaje de práctica técnica, Herman Blaser, arquitecto, ingeniero, arquitecto-ingeniero, llegó a Venezuela en la década del 30 del siglo pasado. Tal vez antes. Diseñó la ejemplar escuela Experimental Venezuela en Caracas en el 1937, entre otras obras un magnífico conjunto educacional, el Liceo Simón Bolívar en San Cristóbal en el 1939, y hay indicios de que participó en la recepción y adaptación del proyecto original, que vino de Estados Unidos, para el Hospital Universitario de la  U.C.V.

Herman Blaser fue otro más de la pequeña legión de “adelantados” que hicieron arquitectura, cuando aquí casi ni se sabía lo que era arquitectura como oficio de arquitectos, en esta Venezuela, para la época, escasa en conocimientos y abrumada por nuevos problemas, pero animosa por las promesas y las esperanzas.

Con él y otros más, hay silencio.

Pero las obras y el recorrido humano de Herman Blaser merecen un trabajo de investigación y de rescate y de aplauso. Así como también las de Enrique García Maldonado, otro arquitecto de la misma época y partícipe del mismo heroísmo profesional, quien también colaboró en las mismas obras, como el Liceo Simón Bolívar de San Cristóbal, y otros tantos, perdidos no sólo en la memoria colectiva, que no seria de extrañar, pero también en la memoria del gremio, del oficio. Lo que es más grave.

Escuela Experimental Venezuela, Caracas.

¿No sería meritorio, para nuestra cultura arquitectónica, tan precaria y apagada, que los Departamentos de Historia de nuestras Universidades le dedicasen algún esfuerzo a llenar estos vacíos, a ese trabajo de revisión y de testimonio? Ayudaría para que podamos tener las ideas más claras, de donde venimos. Muchos se lo agradecerían. 

15.09.2014