Una escuela maravillosa


En una comarca parecida a las tierras y a las aguas de Sinamaica del Zulia, en la Antioquia de la hermana Colombia, han construido una escuela maravillosa, una joya de buena arquitectura. Comprensión afectiva y entrañable del lugar, respeto por la tradición constructiva y tipológica, respuesta inteligente a las condiciones climatológicas del ambiente, diseño sobrio pero de alta calidad formal. Todo ello se manifiesta en esa escuela. ¿Qué más se puede pedir? Pues sí, puede pedirse más: porque una escuela es un laboratorio de cultura, un instrumento para forjar modelos de vida mejor. Que con esa arquitectura se le proyecte a los niños que van a estudiar en esa escuela, una imagen de futuro optimista, de una patria que los acoge como una realidad protectora y benevolente, una memoria positiva del lugar en el cual han nacido y en el cual probablemente vivirán y trabajarán. Y todo eso es justamente lo que produce, con su estupenda modestia, esta escuela antioqueña. Resultados admirables del emprendimiento de arquitectos talentosos y de instituciones sensible y no completamente hundidas en el pantanal de la burocracia. 


La pregunta de siempre es inevitable: ¿Cómo es que logran eso en Colombia y nosotros no? ¿Por qué nuestras escuelas son paradigmas de fealdad, de mediocridad y de indiferencia? ¿A qué o a quién culparemos del atentado que en cada escuela nuestra se concreta contra los ideales, los sueños y los derechos de los niños y de los adolescentes venezolanos? 



Observamos la escuela antioqueña y se nos disparan todos los resortes de la vergüenza y de la indignación.






(Parque Educativo Vigía del Fuerte, Antioquia, Colombia. Gobernación de Antioquia, Empresa de Vivienda de Antioquia, Fundaciones Fraternidad y Berta Martínez.  Arq. Mauricio Valencia, Diana Herrera, Lucas Serna, Farhid Maya.

link: Plataforma Arquitectura, 09.junio 2014

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