5. ¿Cuál ciudad?

                                       



 En cualquier realidad, ámbito o actividad, es vital tener una visión, una ideología, que nos oriente y organice. A veces hay que improvisar y ser pragmático, debido a externalidades que lo exigen a pesar de planificar y anticipar lo que se prevé ejecutar. Pero esto debe ser excepcional jamás normal y extendido.

¿Por qué esta obviedad? Porque la mayoría de las políticas, programas y proyectos, de cualquier esfera de poder, nacional, regional, local y comunitario, incluso parte del privado, tienen buenas intenciones para beneficiar a la sociedad y a la gente.

Pero su éxito ha dependido y dependerá de la visión y organicidad con que se planifiquen y materialicen. Si es como predomina en nuestra cultura, sumando acciones carentes de una estructura política, funcional y operativa, que las sistematice, articule, priorice y controle, nos ha apartado y seguirá así en el futuro, alejándonos de alcanzar los sueños y objetivos deseados.

En estos momentos en todo el país se observa un interesante repunte y énfasis sobre lo territorial-ambiental y particularmente sobre las ciudades. Lo muestra la intensa producción por la Asamblea Nacional de leyes sobre la ciudad, la prioridad en promesas y programas de gobierno de las nóveles autoridades regionales y locales para atender servicios y requerimientos básicos y la continuidad de planes nacionales sobre vivienda, movilidad, agua, energía y embellecimiento urbano, entre otros.

Este formidable y masivo impulso para reorientar ciudades y pueblos, requiere primero que nada, asumir la rigurosa, fundamentada y compartida crítica (autocrítica) de la ciudad que tenemos, su lógica de desarrollo, cómo se deciden las intervenciones, la propiedad, cómo se gobierna (o desgobierna), sus protagonistas y productores y cómo se administran y gestionan, entre muchos otros puntos a analizar.

Luego, definir la ciudad que aspiramos y trazar la “carta de navegación” que nos conduzca a ella, con otras prioridades, con nuevas formas y ámbitos de gobierno y cogobierno, de actores y sus roles y un extenso etcétera. Luego vienen leyes y planes de los diferentes ámbitos institucionales y territoriales.



Alejandro López Arocha

Museo de Arquitectura


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