25. Miedo y asco en las pasarelas y escaleras

 Estaba sentado en Guarenas con mis primos cuando el más chiquito dijo, con su imaginación mentirosa de 8 años:

“Esa pasarela no tenía escaleras, la gente subía y bajaba con trampolines.

Rebotaban muy alto, a veces saltaban directo a sus apartamentos.

Varias veces mi mamá y yo saltamos directo al Piso 9”

La imagen inverosímil vivió en mi cabeza un rato y finalmente me hizo recordar que a la pasarela de La Morán le hacía falta una escalera hasta hace poco, podría ser solución para el tormentoso cruce de vías que allí se genera, sin embargo, esa pasarela de por sí vivía en el fracaso, pues uno de los lados da a la calle y el otro lado da hacia los espacios no tan públicos de un edificio del “23 de Enero”,

pocos la usarían. Dicha incoherencia me pareció única, mas recordé que otras pasarelas también terminan dentro de sitios no públicos, algo así como un Pasaje Medici destinado al fracaso…

Fracaso que tristemente comparten con todas las pasarelas públicas que he transitado en Caracas.

Nadie usa la pasarela frente a la UNEFA; la pasarela que conecta la salida del Parque Los Caobos con Plaza Venezuela tiene poco tránsito, solo pasan grupos grandes de personas o solo se animan a pasar personas dispersas cuando ven que alguien se atrevió a subir por allí.

Normalmente yo soy ese alguien en todas las pasarelas que veo.

La gente le teme a las pasarelas, no hay que mentir y decir que en ellas nunca he visto un vagabundo durmiendo sobre un colchón fecal, mas la verdad es que la gente es la culpable de esa desidia, nadie va a dormir o defecar en un sitio donde pasan 30 personas por hora. A muchos les dará flojera o no pueden subir las escaleras para transitar ese puente “innecesario”, pero deberían aceptar, comprender, a esos adefesios dejados por una ciudad hecha para el carro, ya están allí, hay que tomarlas y revalorarlas, el simple acto de pasar en grupos por la pasarela para no arriesgar vidas al cruzar una vía de 4 carriles sin rayado debería ser una responsabilidad ciudadana.

Es indigno ver a la gente cruzando pedazos de vía concurridos con un paso de animal asustado en fuga solo por el miedo de pasar la pasarela. También es indigno comprobar con olfato, vista y zapatos embarrados que las pasarelas se han vuelto sanitarios públicos poco sanitarios, dormitorio de algunos desafortunados. La ciudad para el carro también indigna.

Cuando niño, al ir en carro me fascinaban las cosas metálicas que cruzan el Río Guaire (las que tienen una tubería en el medio, no conozco el nombre), me imaginaba caminando en ellas aunque eso no tuviera sentido, pero tampoco le encuentro sentido al abandono de las pasarelas, las cu



ales deberían ser tan dignas y queridas como el puente sobre el Río Guaire de Guinand Sandoz, pero la verdad es que para muchos parecieran ser adefesios de concreto intocables como las “T” del Metro Guarenas-Guatire.       

Sebastian Bauza 
 

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