26 “INAVI, 1976, Expropiación, San José

“INAVI, 1976, Expropiación, San José” eran los sustantivos protagonistas en todos los artículos que sacaba de la caja de recuerdos de Don Aníbal, quien menciona con cierto afecto añejado que San José lleva una lucha constante desde 1970-y-pico… 

Son un boxeador que, aunque no ha perdido totalmente, lentamente muere por la negligencia, como el boxeador resistente y necio que al final es derrotado por la dementia pugilística.

El tiempo y el olvido son el contrincante invencible.

El debate sobre si “lo viejo” debe olvidarse o conservarse, respetarse o transformarse, o cualquier otra diatriba parecida, es una constante en la Arquitectura y el Urbanismo. 

En su momento, algunas cabezas del INAVI dijeron que esas “casuchas y ranchos” de zaguán raro y patio modesto no daban paso a “la modernidad”, mientras que los josefinos establecían que sus padres o incluso ellos mismo habían construido esas casas de barro, ladrillo y algo más con dedicación y esfuerzo, no eran simples ranchos de palito y cartón, eran casas modestas que buscaban copiar torpe pero agraciadamente algún ornamento Chataingniano en sus fachadas modestas.

¿Realmente vale la pena derribar una muestra de arquitectura viva y variopinta solo por lanzarse a promesas de una “modernidad” que no se define y que solo vende lo tradicional como estorbo?

¿Realmente vale la pena conservar casas unifamiliares en lotes que podrían dar abasto a apartamentos multifamiliares?

¿Qué vale más, el valor histórico o el valor de un terreno para garantizar más hogares?

¿Qué vale más, intentar hacerse “el moderno” o respetar a la gente y su patrimonio y a la gente como patrimonio en sí mismo?

Los josefinos obviamente no dejaron que sus casas fueran sepultadas por superbloques, mas ese “logro” no fue inmediato: algunos josefinos se suicidaron, literalmente, y algunas casas no se salvaron de la demolición, sin embargo, eventualmente San José se “salvó”…

Los josefinos parecían tener un sentimiento de salvación divina, sus protestas involucraban via crucis, rezos y cualquier acto de fe que repotenciara el vigor de la protesta contra el INAVI.

 Cada rezo parecía la pomada que el “cutman” pone al boxeador entre rounds para que siga peleando sin preocuparse por las heridas, pero, aunque San José ganó la pelea, varias décadas después sucumbe lentamente ante las secuelas de la lucha y entre el olvido se caen las casas de barro sin que a nadie parezca importarle más allá de al Señor Aníbal y a quienes conocieron las historias del 76...

Casi todos ya difuntos, como tal vez lo esté el furor por salvar las casas de San José…

Mientras la señora Eloina barre el piso de Don Aníbal, se cae un pedazo del techo centenario y los tres nos damos cuenta de que no podemos hacer nada, sólo leer los periódicos.

Foto: S. Bauza, calle de San José y su cronista recorriéndola, octubre 2022.


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