Efectos cuantitativos

Proyecto integral de viviendas "Santa Rosa I"

por Juan Pedro Posani

Hay un antigua, ilustre discusión filosófico-científica, que desde hace siglos, probablemente desde Aristóteles, es un debate acerca de las relaciones entre cantidad y calidad. Los clásicos ejemplos dialécticos del agua que se transforma en hielo y en vapor, o el “salto cuántico” de la física más reciente, son referencias ejemplares, ya partes del ideario y del lenguaje común que dan prueba de la importancia que esas relaciones y sus características materiales y objetivas tienen para la humanidad en sus contextos históricos.

Esta cortísima alusión es para tocar un aspecto del proceso actual de transformación de nuestras ciudades y, en especial, de Caracas, cuya creciente contundencia nos obligará a interesantes consideraciones, siempre y cuando seamos capaces, como ciudadanos, de colocar nuestros análisis en un nivel suficientemente desprendido del calor excesivo que imparte la polémica política inmediata.

Cantidad y calidad. Simple: asumamos con el término cantidad, el porcentaje de habitantes por km. cuadrado. Y por calidad, la calidad de vida urbana colectiva. La extraordinaria inversión en vivienda popular que está realizando el Estado, con ese componente tan peculiar que es el referido a la vivienda para los damnificados, va a tener consecuencias en “nuestra” manera de vivir ciudad. (De inmediato una explicación de las comillas: cada quien, según su ubicación de clase, vive a su manera la ciudad. Recordémoslo, no hay una visión común, ni una sola existencia universal, las ópticas son distintas.) De acuerdo a la concepción necesaria de la ciudad compacta la densidad va a aumentar. Y a menudo va a aumentar donde estamos acostumbrados a vacíos permanentes, a ausencias refrendadas por el uso o por su falta, a situaciones urbanas, en suma, que arrojan, hasta ahora, dimensiones cuantitativas relativamente bajas.

Proyecto integral "Brisas del Panteón"

Saltan los indicadores: la ciudad se densifica. Aumenta la cantidad en algunos sectores como resultado de la nueva distribución de la población. Es éste un factor de gran trascendencia: el total no incrementa significativamente, es su redistribución topográfica y territorial la que cambia. La pregunta que debemos hacernos es la siguiente: los tres millones de viviendas que se van a construir, que es evidentemente una cantidad altísima si se consideran los récords históricos, ¿de qué manera van a modificar nuestra percepción de la vida urbana, de qué manera se va a reestructurar la calidad de la vida urbana?

Una ciudad densa no es lo mismo que una ciudad dispersa, con grandes vacíos o con una baja distribución de la población por km. cuadrado. El papel del sistema de transporte cambia, las funciones peatonales, la ubicación de los servicios, y la intensidad y morfología de las relaciones interpoblacionales van a cambiar radicalmente. Una nueva realidad urbana, con diferentes características y diferentes dinámicas, se irá a conformar muy rápidamente. La ciudad a la cual estamos acostumbrados, va a cambiar de rostro. Sus desigualdades y conflictos, sus intensidades de relaciones humanas en términos de ciudadanía, van a alterarse, tal vez de una manera que no sospechamos, pero con las cuales tendremos que ir desarrollando una tolerancia nueva, una sensibilidad de otro origen, una manera de aceptarnos con otras tonalidades y otros matices.

Complejo Habitacional Integral Padre Juan Vives Suria (Montalbán)

El hecho nuevo y trascendental es que una parte de la población urbana, la que tradicionalmente ha sido expulsada a la periferia, a las condiciones discriminatorias de las quebradas o a las penurias de los cerros, la parte invisible para la cotidianidad excluyente e indiferente de los ricos o de las clases medias, está y estará ahora viviendo en los apartamentos del edificio de la esquina, con todas sus condiciones humanas a la vista, con todos sus perfiles humanos modelados por una larga historia de ignorancias, de aplastamiento clasista, de angustias y de ausencias elementales, a que durante un siglo los ha sometido nuestra sociedad petrolera. Ahora estará viviendo allí al lado, con sus hijos, con sus maravillosas mujeres, con sus pequeños en permanente riesgo de ser arrastrados por los monstruos del capitalismo subterráneo, con sus hombres de trabajos de sol a sol y de escapes ahogados en cervezas, esa mezcla extraordinaria que se ha conformado en los barrios, mezcla de dignidad suprema, de alegrías, grandezas milagrosas y de miserias y desgracias sin fin, siempre episodios de una lucha sin cuartel por sobrevivir. “Esa gente”, que estará ahora sembrada en el centro del tejido urbano, va a tener que ser asumida como una nueva realidad y condición de justicia, de igualdad social, de nuevas relaciones que habrá que inventar, como una nueva, extraordinaria, generosa oportunidad para ir creciendo en sentimientos de solidaridad urbana, en la construcción de una nueva ciudad.

No será fácil. Una nueva ciudad que nos va a obligar a aprender a vivir de una manera distinta. Es ésta una nueva y apasionante aventura humana que nos entregan los cambios político-sociales actuales. Se trata de problemas de comportamiento social, de ética colectiva. Y también de problemas de diseño de los espacios, de la arquitectura con la cual pretendemos responder a las nuevas circunstancias funcionales. Y ahí tendremos que demostrar todos, si en los hechos, estamos a la altura de las palabras.


Tomadas de (imágenes): www.fundacaracas.gob.ve/; www.mvh.gob.ve/

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