Las críticas

Espacios libres, juegos para los niños, balcones y ventanas, enlaces con la ciudad, respeto por el contexto y ampliación de sus oportunidades


La urgencia

La GMVV ha nacido (el cuento se ha repetido demasiadas veces para volverlo a repetir) bajo el signo de la urgencia y el del drama. Salvar vidas, asegurar espacios para la subsistencia, reducir a un mínimo histórica y socialmente posible, las penurias y desgracias de las comunidades afectadas, han sido las claves iniciales de la acción política encerrada en la decisión de convocar a todo el Estado para resolver de raíz y para siempre el problema de la vivienda. Los méritos extraordinarios por haber tomado tal decisión le corresponden, sin dudas, a un personaje tan igualmente extraordinario como ha sido el presidente Chávez. No es posible pasar por debajo de la mesa, el carácter de emergencia, de apremio, de angustia, de trágica precipitación, que ha marcado, desde el comienzo la corta historia de la GMVV. Quienes han visto y siguen viendo a los toros desde las barreras, pueden producirse en comentarios irónicos o en críticas triviales. Superficialidad arrogante y culpable. Quienes, en cambio, han visto de cerca a niños llorando, bajo la lluvia torrencial, su casa humilde, en un cerro derrumbada, saben muy bien lo que significa la urgencia de un programa inmediato –a como de lugar, hasta con todos los elementos y factores de la improvisación- para cancelar aunque sea en parte, la deuda que tiene el país con sus desheredados.
Las críticas son necesarias porque son parte de los mecanismos sociales que inciden en ese famoso progreso, palabra y concepto justamente dudosos, pero todavía escalón indispensable de nuestra escala civilizatoria. Pero es condición sine-qua-non para que esas críticas tengan utilidad, que tomen en cuenta el contexto en el cual se produce un determinado fenómeno. Si no lo hacen, sentimos decirlo, no terminan siendo sino opiniones al viento.


Cantidad-calidad

Haber saltado de la cantidad de viviendas de “antes” a la de “ahora”, en el marco de una condición socio-cultural como la nuestra –esto es, una gruesa, centenaria tradición, asumida como normalidad, de indiferencia y de desidia, de ausencia de planificación y de previsión, donde cada institución vela únicamente por lo suyo-tiene de por sí un significado excepcional que transmuta de inmediato la cantidad en calidad. No reconocer este dato de base, este panorama numérico y cuantitativo, como un factor decisivo, implica no reconocerse como país, querer ignorar una historia que sin embargo es evidente, querer ocultar los hechos tras una ideología que no hay manera de calificar sino de profundamente reaccionaria. La conversión de cantidad en calidad, mucho más allá de las especulaciones filosóficas, contiene un valor político. Pero es sobre todo un factor que posee una enorme audacia antropológica. Porque se está hablando de calidad de vida y no de una discutible calidad arquitectónica. Si en Venezuela cada familia va a tener un hogar digno de su condición de prójimo, ¿con qué sombría osadía nos atrevemos a colocarnos de espaldas a un acontecimiento tan trascendental para nuestra evolución humana?



Alcaldía Libertador. San Juan. 2013



Los principios

Para muchos entre quienes han asistido al extenso Ciclo de Debates en el MUSARQ, sobre la GMVV, deben haber quedado claros 3 principios. Que hoy, siglo XXI, la vivienda civilizada es urbana. Que la vivienda urbana es sobre todo colectiva. Y que la vivienda colectiva implica tres condiciones indispensables: ser acompañada y sostenida por todos los servicios, contribuir a conformar ciudad y ser autogestionada. La posible y necesaria crítica a lo realizado por la GMVV debe centrarse en estos tres aspectos conceptuales. Por lo tanto, la pregunta que debemos hacernos es la siguiente: ¿en qué medida lo que se ha estado haciendo respeta y asume estos criterios? Únicamente de la respuesta que podamos dar, del examen de los valores acumulados y de las carencias, es que podremos deducir un mejor programa para avanzar. En ello estriba la seriedad del análisis y del autoanálisis. Las estridencias están demás. Responden tan solo a la ojeriza ideológica. Al desespero por la pérdida del poder. Pero nada tiene que ver con algún mínimo nivel de profesionalismo.

Alcaldía Libertador. Santa Rosa. 2013




Los servicios y la información

No hablaremos del servicio eléctrico, de agua potable y de aguas servidas, porque ello no es sino lo normal, indispensable y corriente. Parte de la red de servicios que normalmente abastece a la ciudad. Hay que darlos por descontados, es una larga historia que comienza con el primer acueducto babilónico. Nos referiremos, en cambio, a los otros servicios, los que le dan sentido a una vida urbana contemporánea y que, más aún, son el centro de una perspectiva auténticamente socialista. Y que constituyen lo esencial de la vida en las viviendas colectivas, a la luz de lo que en el Ciclo de Debates del MUSARQ se ha demostrado como un permanente eje de desarrollo de esta tipología. ¿Cuántos metros cuadrados de espacios para juegos para los niños, cuántos maternales, kindergarten, farmacias y consultorios, cuántas tiendas, comedores, cantinas, cuántas salas para reuniones, cuántos centros deportivos, cuántas plazas, placitas y bulevares, cuántos servicios de todo género, se han construido o se prevé construir en el programa de la GMVV?

Esos servicios existen ¿Es tan difícil reunir esos datos y comunicarlos? ¿Será posible que esta crítica tan repetida pueda tener una respuesta concreta por parte de los organismos correspondientes? ¿Y para que así podamos pasar a observaciones y preguntas más procedentes? Hay que reconocer, es lamentable, que nuestro periodismo prefiere publicitar el rostro de los dirigentes políticos en lugar de las imágenes de las obras que inauguran, prefieren preguntar por cuánto dinero se ha invertido en lugar de averiguar el significado y el valor social de lo en qué realmente se ha invertido. Desgracias endógenas de nuestro periodismo. Los críticos anhelan estar informados. Dicen que no se les dice, no se les informa. No estar al tanto de las cosas que ocurren, de las cosas que se hacen, desespera a quienes sienten así que no participan del poder. Esa es la razón de tanta consternación. Pero, por respeto a toda la población, no hay duda que deben mejorarse sustancialmente los métodos y la transparencia de la información pública.
Reunamos y demos los datos. Y las razones que sustentan a esos datos. Podremos entonces callar el verbo necio y programar mejor lo que queda todavía por hacer, que es mucho, dentro del programa permanente de la GMVV.

Alcaldía Libertador. Santa Rosa. 2013


El debate

El clima político está al rojo vivo. Señal inequívoca de que se están tocando nervios sumamente sensibles del organismo social, que se están alterando relaciones de dominación y equilibrios tradicionales. Cuando está en discusión el control del poder, es inevitable que los adversarios se conviertan en enemigos. Sería de ingenuos suponer que en una atmósfera tan beligerante como la actual pudiera llegarse fácilmente a una confrontación con la realidad en la cual se pudiera discernir con objetividad sus diferentes aristas, sus distintas caras y opuestas vertientes. Solicitar una discusión serena y reposada, con un café o una cerveza, alrededor de una mesa, con argumentos y datos, con una dialéctica conformada por juicios profesionales y técnicos,… bueno, ni en Suiza, ese país ideal de la perfección y de la higiene social que, de paso, existe tan sólo en la imaginación del subdesarrollo. Entonces, la realidad. Y la realidad es que es preciso que encontremos, a pesar de todo lo que se ha dicho, una forma de confrontación que no implique señalar siempre los errores de los demás como si fuera un triunfo de lo de uno. Es difícil, hay que reconocerlo. Pero hay que intentarlo, si no queremos que el país se nos vaya entre los dedos. Porque, en cambio, sí queremos que los muchachos que están creciendo puedan percibir un futuro, que se estabilice la democracia y la libertad, que se logre, en definitiva, pasar de un país que vive de renta a un país que trabaja y produce.

¿Será posible, en esta perspectiva, que podamos discutir de arquitectura y de ciudad, sin agarrarnos (siempre) por las greñas? Entendámonos, algunas veces es conveniente que así ocurra, para que no nos enfermemos de hipocresía. No se trata de agitar la imagen bobalicona del país como una sola familia. Sería ignorar la dureza, el irrestricto rigor de los opuestos intereses de clase. Pero teóricamente debería ser posible llegar a una capacidad colectiva de análisis donde se excluyan los insultos y nos dejemos el derecho de palabra unos a otros.

En este MUSARQ no hemos perdido totalmente las esperanzas. El Ciclo de Debates que se está llevando a cabo con muchas expectativas y mucha participación, es una muestra de que es posible dar pasos en esa dirección.


Alcaldía Libertador. Santa Rosa. 2013


Los errores

En los supuestos análisis que se hacen de la GMVV, se excluyen o se ignoran las obras que las comunidades realizan en todo el territorio de la República. No es poca cosa: casi el 60% del total construido. Si se llegara a considerarlo críticamente, aparecerían seguramente las objeciones tradicionales cuando se toca el tema del diseño y el gusto popular. Aparecen de inmediato los fantasmas del “kitsch”, de las costumbres manipuladas y de los hábitos deformados, y viceversa, los del ingenio espontáneo y de las poderosas razones de la vida común. Es verdad que sólo el pueblo salva al pueblo. Pero también es verdad que hay forma y forma de construir el espacio. Pero, en todo caso y por el momento, dejemos en claro que los críticos siempre se refieren a lo que consideran el “patrimonio profesional” de la arquitectura, ese profesionalismo y ese saber acumulado históricamente que debería evidenciarse en lo que los arquitectos de las instituciones realizan en las todas las ciudades venezolanas, y especialmente en Caracas. La letanía de las indicaciones críticas, de los “errores” en lo arquitectónico, se concentra en varios aspectos: 1. El desinterés por el valor funcional de la orientación, 2. La ausencia de relación entre espacios internos (variables) y el diseño de las ventanas, que se repiten siempre iguales, 3. La ausencia de ventilación transversal, 4. La ausencia de balcones o “loggias”, 5. La ausencia de espacios libre y abiertos en las plantas bajas, 6. Las dificultades para hallar relación con el contexto urbano, 7. La excesiva densidad que niega el valor de la experiencia de Villanueva en El Silencio, y 8. La ausencias de estacionamientos. Otros señalamientos como el del supuesto descuido sismorresistente o el de la calidad de los acabados, ni siquiera hay que tomarlos en cuenta, obviamente. Pero sí hay que detenerse en los otros aspectos. Para cada uno de ellos se han oído justificaciones, muchas de ellas razonables y asociadas casi siempre a factores extra-arquitectónicos: esto es, imposible consecución o escasez de materiales, exigencias imperiosas de carácter estratégico, urgencias constructivas determinantes, necesidades populares inmediatas, falta de tiempo suficiente para realizar las investigaciones pertinentes, y, por supuesto, la clave de todo, el rigor administrativo de lo reducido de los recursos financieros y presupuestarios. Todo el que tenga alguna experiencia del diseño y la construcción sabe perfectamente que las limitaciones de la realidad son las que en última instancia determinan el resultado arquitectónico. Entre la perfección de lo que se desea y lo que realmente se puede, hay una distancia que impone la realidad concreta, con toda la imprevisible dinámica de sus múltiples variables. No nos engañemos porque todos nos conocemos y todos sabemos en qué aguas de improvisación se ha movido siempre este velero. En situaciones de emergencia y de desastres el primer muerto suele ser la planificación. No concederle a las instituciones involucradas en la GMVV, por encima de todo, la defensa y el peso de estas consideraciones, es ser demasiado polarizado. Es ejercer una crítica implacable, sin perdón ni capacidad de escucha, animados ya no por el deseo del crecimiento del país y de la cultura y la calidad de vida de su pueblo, sino por la triste satisfacción de la agresión y del insulto.


Alcaldía Libertador. Santa Rosa. 2013


Ahora bien, sí es menester reconocer objetivamente que unas cuantas de las objeciones enumeradas tienen asidero en lo construido. No todo lo realizado colinda con la perfección. Es absurdo pensar que no quedan en el aire preguntas e insatisfacciones. Reconocer y insistir en que el programa de la GMVV es un milagro excepcional de un increíble valor humanístico para un país como el nuestro, colocado en el marco político de un subdesarrollo en proceso de independencia, no debe impedir, por supuesto, que se aspire a lo mejor posible, a reducir al mínimo los errores y aprovechar al máximo esta gran oportunidad histórica. Constatar que con la GMVV se está lanzando un desafío histórico de dimensiones gigantescas, no debe limitarnos en las aspiraciones. Tiene sentido por lo tanto, insistir también en que ahora, quizás con más calma, podamos revisar muchos aspectos de los diseños. Que podamos remitirnos a un cúmulo de experiencias nacionales e internacionales, en especial en lo que concierne a las tipologías de los apartamentos. (No siempre hay que volver a comenzar desde cero, así como jamás hay que matar la inventiva y la innovación). Que podamos iniciar programas específicamente experimentales, en los cuales arquitectos jóvenes de las diferentes regiones del país, puedan participar. Argumentos y propuestas que deben partir del gran respeto por lo que se ha hecho y por abrir las puertas a la revisión.


La ciudad puede asumir el equilibrio de los servicios. Por supuesto se puede confiar a la planificación de la ciudad que resuelva las carencias específicas de los bloques individuales de viviendas. Si no hay escuelas que acompañen a las nuevas viviendas, pongamos, en San Martín, siempre podrá planificarse la construcción de nuevas escuelas dentro de la zona. Pero no se debería nunca dejar de recordar que la historia de la vivienda colectiva recomienda la unidad y copresencia de los servicios comunales, en el mismo conjunto, como un instrumento valiosísimo de la necesaria autogestión democrática y participativa. Y para concluir con la lista, es vital señalar que la reiterada objeción a la falta de estacionamientos, abre la discusión sobre la ciudad compacta y el enorme problema del transporte público. Es justamente el transporte público, el que, en nuestras ciudades, debe llevarse urgentemente al nivel de lo democrático contemporáneo, de la eficiencia socialista. Es el transporte público lo que resuelve el asunto de los estacionamientos y, en conjunto, de lo esencial de todas las comunicaciones en la ciudad compacta.

Una discusión adulta implica sopesar pros y contras. Tal vez, como ya se dijo, las controversias, hoy, no toleran la tolerancia. Sin embargo, quienes nos atrincheramos en los valores de la justicia y de la convivencia como instrumentos de superación humanística, quienes defendemos a la cultura como expediente indispensable de la vida buena, quienes nos amparamos en las regiones superiores de las ideas, de la creatividad y del placer de la belleza, no dejaremos de insistir que es posible acceder al diálogo entre iguales.

Podemos fracasar. Una vez más. Pero una vez más lo reintentaremos.

En la GMVV hay muchos ejemplos diversos. No pocos son ejemplares y dignos de elogio. Si no se ven es porque no se desea verlos

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