Foro Conclusión Ciclo de Debates GMVV, Preguntas e interrogantes por Alberto Lovera (*)


Este primer ciclo de debates en el marco de la exposición “La Vivienda en Venezuela. Hoy y Mañana”, que ha convocado el Museo de Arquitectura, ha sido positivo, aunque insuficiente. Como se anunció como un primer ciclo, se supone que habrá otros más plurales donde se podrá profundizar aspectos que no pudieron ser abordados en esta ocasión.

En estos debates pudimos enterarnos de algunos aspectos de la Gran Misión Vivienda Venezuela (GMVV) que eran poco conocidos o desconocidos. Eso lo agradecemos.

Desde hace un tiempo vengo trabajando como parte de mi labor como investigador y de docente en preparar un esquema que permita un estudio más sistemático sobre el programa Gran Misión Vivienda Venezuela, dilucidar sus aciertos, errores y los posibles caminos de rectificación, así como para documentar un esfuerzo de esta magnitud en el campo de la vivienda y hábitat en nuestro país.


Dado la dificultad de acceder a la información pertinente para esta labor de indagación, lo que puedo plantear en este momento son más preguntas que respuestas.


La enorme polarización política que hemos vivido también ha afectado la manera de abordar estos asuntos. Ha sido dificultoso contar con espacios de análisis y debates donde no se parta de posiciones tomadas e irreductibles, donde seamos capaces de escuchar al otro con respeto de las diferentes ópticas aunque no las compartamos. La preocupación de unos y otros es lograr una respuesta adecuada para atender el problema de la vivienda y el hábitat, particularmente de los sectores de bajos ingresos. Nadie puede sentirse propietario de la verdad, mucho menos en un asunto tan complejo como el que nos ocupa. Hay que evitar encerrarse y más bien disponerse a estar abierto a escuchar a los otros por muy críticos que ellos sean con nuestros puntos de vista. Así ganaría la gente con políticas públicas que se optimizan al someterse al juicio crítico y plural.

El acceso a la información


La insuficiencia de información a la que nos referimos se debe a los organismos públicos que están en deber de informarnos sobre las políticas públicas. ¿Cómo puede ejercerse la contraloría social, que establece nuestra Constitución, si no contamos con la información suficiente para que se puedan contrastar los objetivos, metas y realizaciones? Los “jueves de vivienda”, con inauguraciones y anuncios no son suficientes.


Las preguntas y los reclamos de las comunidades y Consejos Comunales e, incluso, de profesionales que trabajan al servicio de la GMVV, nos muestran que muchas informaciones claves no están disponibles. En las páginas web de los organismos responsables de esta Misión son pocas o inexistentes las informaciones básicas sobre su desempeño.


No entendemos las razones por las cuales la información detallada sobre esta Misión es una suerte de “secreto de Estado”, de difícil acceso, cuando su difusión podría aclarar muchas de sus ejecutorias y orientaciones. Fuera del número de viviendas construidas, la mayoría de las informaciones se encuentra en la penumbra para el ciudadano común y hasta para quienes trabajan directamente en el sector de vivienda y hábitat.


Un portal o boletines periódicos con información detallada del programa en su conjunto, de cada desarrollo, de sus entes ejecutores, de sus costos, de la tecnología adoptada, de su ubicación geográfica, de la dotación de servicios y equipamientos colectivos con que cuenta, de los criterios de asignación, etc., es una deuda pendiente de este programa de vivienda.

Políticas de vivienda o acciones en el campo de la vivienda


Desde nuestro punto de vista, la única política de vivienda en sentido estricto que se ha formulado en estos catorce años fue la de 1999 (Cf. CONAVI, 1999), que contemplaba las diferentes aristas del problema de la vivienda y hábitat, tal vez la que logró captar de manera integral las diferentes aristas de este asunto. Fue abortada un año después, y desde entonces la sustituyeron acciones inconexas que no lograron darle un norte a la política en este ámbito.


La Misión Gran Misión Vivienda Venezuela (GMVV), con toda la potencia que pueda tener en términos de las ambiciones de producción de vivienda completa para los sectores de bajos ingresos, con sus aciertos y errores, no constituye una política de vivienda sino un programa de producción acción habitacional, que más allá de su impacto innegable, deja pendiente muchos aspectos de la política habitacional no abordados. A ello nos referimos más adelante.


La acción habitacional impulsada por esta administración no empieza con la GMVV. Fue después de doce años que se emprendió. En ese ínterin hubo muchos intentos inconclusos, interrumpidos o fallidos que hay que analizar. Algunos calculan que en ese lapso se dejó de producir un millón de viviendas.

Inicio de la GMVV


Tras ese período de ensayo y error, se emprendió la GMVV que venía siendo gestada para ser lanzada, como otras misiones, en la coyuntura electoral. Los eventos socio-naturales apuraron su puesta en práctica en el segundo trimestre del 2011.

Ciertamente, el inicio de este programa estuvo catalizado por la urgencia de atender a las miles de familias afectadas. Hay algo que no se entiende, si su objetivo era dar respuesta en primer lugar a las familias damnificadas, cómo es que aún hoy miles de ellas no han sido atendidas. En este segmento se justificaban acciones de atención inmediata para reducir al máximo su permanencia en refugios de diferente índole, sin embargo aunque el número de viviendas producidas desde entonces es mucho mayor a esta población en situación de extrema vulnerabilidad, muchas de ellas siguen en espera. Para el resto de la población demandante, según los resultados del censo que se realizó al efecto, podía haberse procedido con una atención posterior.

La ubicación de las viviendas


Hasta donde sabemos, una parte importante de las viviendas promovidas por la GMVV está ubicada en la trama de las ciudades, lo cual ayuda a densificarlas y a impulsar la ciudad compacta, contrarrestando la tendencia perniciosa de la ciudad dispersa que la promoción privada y pública ha impulsado, así como muchos de los asentamientos populares de invasión. Una orientación que en estos casos ayuda a reducir la segregación urbana y la utilización de los servicios y equipamientos existentes, aunque en algunos desarrollos habitacionales las redes no tienen la capacidad para atender a la nueva población, con lo cual se están generando déficits que no está claro puedan ser atendidos adecuadamente para la vivienda previamente existente y la nueva. Los estudios que adelanta el Instituto Metropolitano de Urbanismo de Caracas Taller Caracas (IMUTC) respecto a la GMVV en el Área Metropolitana de Caracas indican que hay muchos desarrollos que generan problemas. En ciertos casos, se han producido viviendas en zonas en las que ya había deficiencias de servicios y equipamientos, agravando la situación. O zonas donde la densidad ya era suficientemente elevada como para que no se justificara incrementarla (Cf. IMUTC, 2013).

Se dice que la GMVV ha actuado como remolque para apurar la acción de otros organismos que suplen los servicios necesarios. Como dijo alguien en este mismo espacio, hay que tener cuidado no vaya a ser que el remolque se tropiece con iceberg inesperados, de viviendas terminadas sin dotación de electricidad, gas o agua o rebasando las redes y equipamientos existentes.


Así como en ciertas ubicaciones se justificaba un cambio de los usos del suelo para destinarlos a viviendas, en otros casos se han ocupado lotes para enclavar un número pequeño de viviendas produciendo efectos urbanos perniciosos. Destrucción de actividades de micro-empresas, eliminación de espacios de estacionamientos de uso vecinal sin darle opciones, etc., lo que supone que se están descuidando y afectando otros usos urbanos y produciendo impactos inconvenientes.


La GMVV también genera nuevos espacios periféricos, así se llamen “ciudades socialistas”. Aunque el discurso hable de ámbitos donde se reúne la habitación y la producción, no dejan de ser ciudades dormitorios, la actividad productiva y comercial que se realiza en su seno no es capaz de convertirlos en espacios autárquicos, son lugar de habitación de una población que debe trasladarse a otros lugares para realizar su actividad económica.


Algunas de estas llamadas “ciudades socialistas” de ciudades sólo tienen ese nombre, en realidad son grandes conjuntos de vivienda que amplían la trama urbana o generan nuevos emplazamientos periféricos, estimulando la ciudad dispersa con los problemas que ella genera.

La vivienda y las actividades socio-productivas


En algunos de los conjuntos de vivienda se incorporan espacios para las llamadas actividades socio-productivas, encontrándonos con la paradoja que tales espacios operan hacia dentro del conjunto en vez de servir de elemento integrador con su entorno.

La administración de los conjuntos de viviendas


Hemos visto que hay muchos problemas irresueltos para la administración de los conjuntos de viviendas. No sólo porque ha habido escaso trabajo de preparación de una población para adaptarse a vivir en conjuntos multifamiliares, sino que tampoco se ha avanzado mucho en los esquemas de autogestión de estos conjuntos.


Este es un problema que puede generar deterioros tempranos en el mantenimiento y tensiones en la convivencia, que ya se han presentado, lo que debería implicar una señal de alerta para atender estos factores antes que se conviertan en un problema mayor.

Problemas constructivos


Aunque aún no sean muy numerosos, hasta donde sabemos, ha habido muestras de problemas en la estabilidad de los terrenos y fallas de construcción, que han implicado intervenciones mayores o menores, y hasta demoliciones de edificaciones o desalojos de viviendas ya habitadas. Como en el caso anterior, son señales que obligan a un mayor rigor en los estudios de suelo, la inspección para asegurar el cumplimiento de normas constructivas, antes y durante la construcción.

Las autoproducción de viviendas y la sustitución de ranchos por viviendas


Una parte mayoritaria de las viviendas producidas han sido ejecutadas mediante las brigadas de construcción y operaciones de sustitución de ranchos por viviendas. Aunque se le ha dado el pomposo nombre de “Programa de transformación integral del hábitat”, lo que hemos conocido no dejan de ser operaciones quirúrgicas de mejoramiento del casco de la vivienda o pequeños conjuntos de vivienda producida por autogestión asistida por el Estado, fuera de casos muy puntuales.


Esta es una línea de actuación que, aunque importante desde el punto de vista cuantitativo, no cuenta con la información suficiente como para evaluar su alcance más allá de las viviendas producidas.

La tierra urbana
Hay una concepción muy particular sobre el tratamiento que se le está dando al asunto de la tierra urbana. En muchas declaraciones se la trata como si el espacio urbano fuera homogéneo y la incidencia de la tierra fuera indiferente de su ubicación y conexión con los servicios urbanos y las redes de transporte. La investigación urbana latinoamericana, particularmente la de orientación neo-marxista (Cf. Jaramillo 2009), ha mostrado que tal cosa no deja de ser una quimera. Aún con propiedad estatal sobre la tierra siguen operando muchos de los mecanismos de la renta del suelo urbano. Ignorarlo en vez de reglamentarlo puede llevar a que aparezcan de manera subrepticia.


Es obviamente un tema complejo, pero requiere de atención para evitar que la ilusión de una gobernabilidad absoluta del mercado, mediante fórmulas voluntaristas, nos sorprenda con efectos indeseados.


La propiedad de las viviendas


Para la GMVV se ha establecido un régimen particular de propiedad de la vivienda. Un mecanismo particularmente engorroso que supone la posibilidad del usufructo de la vivienda, pero sin propiedad plena. En última instancia el Estado es el verdadero propietario de estas viviendas.


En el pasado se ensayaron en nuestro país fórmulas que permitían la propiedad plena de la vivienda, pero con la restricción de que ante cualquier transacción de la misma, el Estado se reservaba la primera opción de compra. En la situación actual una fórmula como esta no está prevista, lo que planteará en el futuro serios problemas porque obviamente se producirán necesidades de movilidad en el territorio de las familias beneficiarias que se encontrarán con escollos muy serios para poderlo hacer.


Sería conveniente mirar la experiencia cubana que terminó por aceptar la compra-venta de viviendas como un mecanismo práctico, ante el fracaso de una regulación que la impedía. Ciertamente es un mercado que requiere regulación, pero las rigideces extremas traen más problemas que soluciones. A diferencia de las corrientes neo-liberales que consideran el mercado como panacea, es posible domesticarlo si se hace uso inteligente de él como un mera herramienta.

Las viviendas y al tejido urbano


Hay casos muy variados en los desarrollos habitacionales de la GMVV respecto a su conexión e impacto con el tejido urbano.
En muchos casos nos encontramos una producción de vivienda que hace caso omiso de su contexto urbano, saltándose incluso las ordenanzas municipales. Se producen así impactos urbanos indeseados al modificar sin orden ni concierto la trama de la ciudad, dándole la espalda a otros usos urbanos y potencialidades de reestructuración planificada de la ciudad.


En otros casos, ha habido un esfuerzo para armonizar los diferentes usos y aprovechar las potencialidades de renovación urbana integral.


El empeño por cumplir con las metas cuantitativas de producción de vivienda se ha impuesto por encima de una consideración más amplia de los problemas urbanos en su conjunto. Ambas se pueden compaginar, pero tienen que estar presentes desde el inicio. Lo contrario es un urbanismo salvaje cuyas consecuencias negativas las van a sufrir los habitantes nuevos y viejos de los conjuntos habitacionales.

Vivienda sin ciudad


Como ha afirmado Erminia Maricato, quien fue Ministra-adjunta del Ministerio de las Ciudades del Brasil, no hay que olvidar el carácter urbanístico de la cuestión de la vivienda, y por tanto, la imposibilidad de separar una propuesta de vivienda de una propuesta para las ciudades (Cf. Maricato, 2011).


La gran carencia que encontramos en la GMVV es que su signo dominante es producción de vivienda sin ciudad. Sin desmedro de sus metas ambiciosas de producción habitacional, sólo en unos pocos casos nos encontramos con abordajes que inscriban esta importante iniciativa de producción con la política urbana.


Esta carencia nos puede deparar muchas sorpresas desagradables en el futuro cercano. Como en otros casos de producción masiva de viviendas en América Latina, centradas en metas cuantitativas, aparecen más temprano que tarde problemas engorrosos, ya no de los sin techo sino de los con techo, por haber ignorado los profundos impactos urbanos de estas mega-operaciones habitacionales, que han deteriorado a niveles inimaginables la vida en las ciudades y en los propios conjuntos. Tómese en cuenta que en ciertos casos internacionales se ha llegado a la demolición de conjuntos habitacionales que se convirtieron en centro de la degradación de la vida urbana y de los habitantes de esos conjuntos.
Someter a un estudio más detallado de la GMVV es una necesidad para determinar no sólo su impacto cuantitativo en la producción de viviendas, sino los de orden cualitativo y sus impactos innegables sobre el desarrollo urbano, para identificar aciertos y deficiencias, así como para identificar las mejores rutas para construir viviendas y ciudades sostenibles.

Vivienda nueva y existente


Un último comentario. Tras la puesta en marcha de la GMVV, cuyo norte es la producción de vivienda nueva y completa, no se ha planteado desarrollos de vivienda progresiva, se ha descuidado la atención de la vivienda existente, particularmente la de los barrios populares, donde vive la mitad de la población urbana de nuestro país. Las iniciativas que se conocen no reflejan la magnitud del reto que hay que enfrentar para articular a esas zonas al ejercicio pleno de la ciudadanía.


La GMVV puede ser un componente de una política de vivienda y hábitat, pero no el único. La atención integral del desarrollo urbano requiere de considerar tanto los problemas de la vivienda existente como de la vivienda nueva y su articulación con el tejido y la dinámica urbana.


No está claro dónde se encuentra en las orientaciones oficiales la forma de asumir la realidad de los barrios populares, su reconocimiento, su habilitación y las intervenciones para que sus habitantes adquieran ciudadanía plena. En estos aspectos hay un silencio preocupante. Los barrios populares producidos por el largo esfuerzo de las familias seguirán allí y reclaman una acción que no por compleja se puede evadir. 


No se puede pensar una política de vivienda y hábitat integral que no considere a la ciudad en su conjunto y a los barrios populares como uno de sus componentes.


(*) Alberto Lovera, Sociólogo. Doctor en Arquitectura. Profesor Titular e Investigador del Instituto de Desarrollo Experimental de la Construcción (IDEC), de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV. 


Referencias bibliográficas:

Consejo Nacional de la Vivienda (CONAVI) (1999). “Política de vivienda 1999-2004 (qué hacer y cómo hacerlo, en relación al programa de vivienda)”. Tecnología y Construcción,  N° 15-I.

Jaramillo, Samuel (2009), Hacia una teoría de la renta del suelo urbano, 2ª. ed., Ediciones Uniandes, Bogotá

Maricato, Erminia (2011), O impasse da política urbana no Brasil, Editora Vozes, Petrópolis, Rio de Janeiro.

Instituto Metropolitano de Urbanismo Taller Caracas (IMUTC) (2013), “Construir vivienda y hacer ciudad: Un binomio inseparable”: XXX Jornadas de Investigación del IDEC, FAU, UCV, Caracas

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