Un libro para pensar



Ya hablamos de él en otra oportunidad. Un libro que apareció justo cuando hacía falta y ya diremos porque. En él un grupo de investigación, (a&t, textos de Aurora Fernández Per y Javier Mozas, dibujos de Alex Ollero) a quien se le agradece haber asumido tarea tan digna, reúne 10 ejemplos de viviendas colectivas. Los hay de diferentes épocas, categorías, destinos sociales y dimensiones. El trabajo gráfico y la información, excelentes. La selección, arbitraria como debe ser: porque no responde al deseo de reunir una colección, una “lista canónica” de ejemplos prestigiosos, ni de presentar los “diez mejores”, sino al de armar un guión, una idea central, identificando experiencias que respondan verdaderamente a la clasificación del término “vivienda colectiva”, y para que, como dicen los autores, la generaciones más recientes no las ignoren. 

El libro, de reciente publicación (10 Historias sobre Vivienda Colectiva, Análisis gráfico de diez obras esenciales, de a&t research Group, España 2013) reúne bajo títulos llamativos, (por ej. “El hundimiento del Condensador Social”, “Un ghetto exquisito”, “Mi terraza, en el frente de mi casa, sobre la tuya”) diseños de viviendas colectivas que no son los más conocidos. No está Le Corbusier, por ejemplo, pero sí están, en cambio, Ginzburg, Poullion, Erskine, Renaudie y el memorable conjunto londinense de Barbican. Todos responden a la idea de que la vivienda colectiva es una tipología actualísima, en verdad cada vez más actual, en especial para nosotros, embarcados como estamos en una gigantesca empresa, la de la Misión Vivienda, que justamente de la vivienda colectiva urbana hace su eje de desarrollo principal. Explicados en detalle, con abundantes referencias, los ejemplos escogidos dan muy bien la medida de una tipología que se destaca por lo complejo del tema: mezcla de usos, densidad en relación con la ciudad compacta, escala humana y a la vez urbana, procesos constructivos industrializados. Revisarlos puede constituir un valioso ejercicio de cara a la gran, ambiciosa tarea que hoy se le plantea a los arquitectos venezolanos: la construcción de tres millones de viviendas para el pueblo. ¿Cómo deben ser esas viviendas, esos conjuntos? ¿En qué estriba su novedad? Porque éste es el asunto: entender el compromiso histórico que ello involucra.
El libro es un magnífico instrumento de trabajo, de referencia y de estudio para los colegas cuya tarea es diseñar viviendas colectivas. Para todos, hermoso catálogo de “historias” que, en este mundo que no acaba de regresar de la locura, no deben ser olvidadas. Sobre todo, para nosotros en Venezuela, un estímulo para la reflexión: sigue siendo una meta imprescindible pasar de la cantidad a la calidad, o para mayor precisión, a la cantidad con calidad. Como decía Stalin, un personaje detestable pero que paradójicamente también dijo algunas verdades históricas de fondo, “a quienes nunca han tenido nada, hay que ofrecerles lo mejor del mundo”. Las viviendas colectivas que se diseñen para los pobres deben ser mejores que los conjuntos habitacionales de los ricos. Deben ofrecer lo que a veces no tienen ni siquiera los ricos. Entendiendo el contenido de la frase de Stalin: no es el lujo, es la riqueza, la riqueza de oportunidades y opciones para la vida colectiva. No se trata de la calidad de los acabados. Se trata de la abundancia de los espacios para el desarrollo múltiple de la personalidad, el teatro, el cine, los deportes, el ocio y el juego, la reflexión política y las decisiones democráticas, los espacios verdes, el esparcimiento y la lectura. Se trata, desde luego, de la educación y la salud. Se trata sobre todo de la independencia y la emancipación de la mujer: los simoncitos, los kinder, las cantinas y los restoranes. Si las limitaciones económicas, que siempre acechan, obligan a reducir las aspiraciones, siempre valdrá, por lo menos, dejar testimonio de las metas a alcanzar con algunos modelos realizados, ejemplares, al borde de la utopía, mecanismos concretos para la imaginación colectiva, para establecer diferencias con los soportes mercantiles del urbanismo del capital, para dejar constancia de las posibilidades de un mundo nuevo. En la Cuba revolucionaria, cuando se hacían escuelas en el campo, se construían hasta con piscina. Ejemplos de aspiración a lo mejor, a lo máximo. Si no es para ello, ¿para qué otra cosa vale la pena tanto empeño y tanto trabajo?

JPP

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