¿Cuál realidad?

Biblioteca Katiou, Albert Faus, Burkina Faso.

Hemos tocado en este blog, muchas veces, el problema de entender en qué nivel de “realidad” profesional habría que moverse para responder al nivel de realidad en la cual se mueve nuestra sociedad. Parece un galimatías o un retruécano. No lo es: es obvio que diseño correcto, justo, es aquél que, metodológicamente, establece una relación correcta entre medios y fines. Por lo tanto, indispensable para ser realistas, en la modalidad que hemos tratado de sugerir varias veces, es partir de una comprensión exacta de nuestra realidad. ¿Por qué decimos esto? Porque ahora se ha puesto de moda alabar internacionalmente lo que se ha ido manifestando como una reacción a la arquitectura-espectáculo: el rescate de lo natural, de lo auténtico, de la modestia, del sentido común, en fin, de lo sustentable. Resultado de dos causas, la crisis económica globalizada que descarta las grandes inversiones para construir en el “desarrollo”, y una cierta reserva de culpabilidad que agudiza el sentido de responsabilidad en los jóvenes profesionales, occidentales y sin trabajo.


Como centro de la atención en los medios y en la academia, se ha destacado la hermosa arquitectura del realismo y del ingenio, en el paisaje africano de la penuria y de la pobreza. Entre el plantel de arquitectos, daneses, alemanes, españoles, catalanes e italianos 1, desertores de la abundancia, que han encontrado allí cómo expresar una nueva-antigua afición por la arquitectura auténtica, emerge como una estrella, dentro de este nuevo ambiente cultural, la figura del arquitecto, esta vez, autóctono, natural de Burkina Faso, Diébédo Francis Kéré. Todo esto lo hemos comentado y nos hemos unido a los elogios, que nos parecen absoluta y plenamente justificados. Pero parece conveniente también agregar algo más: si estamos hablando de correlación entre medios (profesionales) y fines (sociales), y si los fines están determinados por la estructura y conformación de la sociedad, entonces es prudente establecer diferencias. No vaya a entenderse que lo que se intenta hacer, con mucho acierto, en África, es también válido en una región como NuestrAmérica. Venezuela, como ejemplo de lo que más nos interesa, no es lo mismo que Burkina Faso. Eso es evidentísimo y es una perogrullada insistir en ello. Pero es igualmente repetitivo que Venezuela tampoco es Austria o Suecia. Es verdad que en nuestras ciudades no construimos con bahareque y bambú, pero tampoco lo hacemos con acero inoxidable y titanio. La nuestra es una situación sui generis, intermedia, intercalada, interpuesta y yuxtapuesta, complementaria y a medias en todo. Y conatos y pretensiones, incompetencias y reveses marcan nuestros días de alarifes y constructores.



Espacio Comunitario, Edificaciones Culturales, MPPPC, San Sebastián de Los Reyes, Edo. Aragua.

El realismo que solicitábamos se sustenta en el reconocimiento de la situación ambigua en la cual el petróleo nos ha colocado: quisiéramos pero no podemos. Y en cierta medida podríamos afirmar, desde una visión estrictamente positivista, que nuestro nivel tecnológico, en la industria de la construcción, está definido, por ejemplo, por nuestra (in)capacidad para… ¡manejar y mantener ascensores! Estos parámetros, increíblemente primitivos, simbolizan nuestro nivel. De poco vale quejarse y aspirar a más. Que en algunos casos, especialísimos y periféricos, se haya podido construir con altísima tecnología (importada) y con acabados de Primer Mundo, no significa nada, siguen siendo las excepciones que confirman las reglas. La astucia del diseño, lo que llamábamos la coherencia entre medios y fines, en nuestro caso debería entonces ejercerse en este nivel de realismo, de la realidad constructiva, tal como es en nuestra realidad socio-económica y productiva. Y desde estas limitaciones, crecerse en imaginación.

Tal vez sea llover sobre mojado. Pero no está demás, mientras celebramos los éxitos de la nueva arquitectura africana del realismo y del sentido común, que recordemos que el realismo tiene muchos, diferentes, niveles. Entre ellos, el nuestro.

Queda por explorar cuál es de verdad. Una hermosa tarea colectiva. 
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[1] Recordemos algunos nombres, Anna Heringer, Albert Faus, B. Hansen, Dominikus Stark. Pero también fuera de África, en Vietnam Vo Trong Nghia, en la India, Estudio Mumbai y en la China Li Xiao Dong. Para referencia ver www.plataformaarquitectura y www.dezeen.com.

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