La vivienda colectiva, éxitos y fracasos


 Jean Renaudie, La Ciudad de las Estrellas,Givors, Francia 


Una arquitecta mexicana se ha tomado el trabajo (y el mérito) de analizar y describir, en dos tomos, la historia y la evolución de la arquitectura mexicana. Una obra excelente que pone en relieve y discusión temas tan polémicos como el de la dependencia eurocéntrica de la cultura latinoamericana, o el aún más candente, de la vivienda colectiva. 

Con relación a la larga experiencia mexicana con los conjuntos de viviendas colectivas, el juicio de la autora, Fernanda Canales, es esencialmente negativo. Demoledor: “Estamos construyendo para los coches y no para los seres humanos”. Y específicamente, refriéndose a la tipología urbana de los conjuntos de viviendas populares, “El modelo de desarrollo de las periferias de las casas aisladas, si los padres tardan 3 horas de camión (bus) hasta llegar a su casa para atender a los hijos, si no tienes un parque, una escuela, una farmacia cerca, claro que van a aparecer problemas de violencia y de segregación social”. En una entrevista ratifica así lo esencial de lo que ha descrito en sus libros. En la experiencia mexicana, haber construido millares y millares de viviendas, tomando en cuenta el aspecto cuantitativo pero no el de la realidad angustiosa y apremiante de las necesarias interrelaciones sociales, a la postre ha sido un fracaso. 

Este reconocimiento, doloroso, que pone en cuestión toda una política estadal de vivienda, nos señala muy de cerca los problemas que también nos atañen a nosotros, empeñado como está el gobierno nacional en la realización de la GMVV, un programa gigantesco de construcción de viviendas. 

¿Problemas parecidos? ¿Errores parecidos? Cabe, a este propósito, volver a preguntarse cuáles son los aspectos fundamentales que inciden en la definición de la buena vivienda colectiva contemporánea. Y tomaremos, por enésima vez, como esencial, a la problemática de la vivienda colectiva verdadera, la de los bloques compactos de alta densidad urbana, y no a la de los barrios, que siendo muy importante, sigue una línea de desarrollo y conservación totalmente diferente. 

Se ha preguntado, mas de una vez, cuál es la experiencia más valiosa que puede extraerse de la historia internacional de la vivienda colectiva de interés social. Examinado lo que va desde la vivienda colectiva de la Viena Roja, la soviética de los años 30, hasta, más cerca, la de Le Corbusier, (y hay que incluir, por supuesto, a Villanueva y los superbloques venezolanos) queda clarísimo un ejemplo extraordinario. No debe haber dudas en calificarlo como el más prototipico y paradigmático. La experiencia del arquitecto francés Jean Renaudie con sus viviendas “estrellas”, supera en densidad de conceptos, en sentido humanista de las relaciones sociales, de éstas con la naturaleza, y, finalmente, en eficacia de realización, a todo lo que se puede enumerar en la arquitectura y en el urbanismo del siglo XX. Fácil comprobarlo, para el que quiera, si se revisa, por ejemplo, la documentación contenida en ese magnífico libro “10 Stories of Colective Housing” del equipo español A/T Research Group. 

El reconocimiento de su obra, ha tardado o ha sido desviado, por razones esencialmente políticas y por la peculiar conformación del sistema de información profesional. Pero no hay dudas, para un juicio sereno, que la obra realizada en Francia, en los años 70, por Renaudie, junto con las arquitectas René Gailhoustet y Nina Schuch, constituye lo más interesante que se ha podido realizar hasta ahora, en el campo de la vivienda colectiva, tomando en cuenta la complejidad de las interrelaciones, dentro de un sistema estético original, de la vida urbana compacta, animada por la mezcla de usos, con la naturaleza viva y los sistemas constructivos racionales. Bruno Zevi, no es por nada que calificó a Renaudie como “uno de los arquitectos más inventivos que ha perdido Europa”. 

Dicho esto, debería ser tarea urgente del MUSARQ , exponer al análisis y al conocimiento público, lo que fue la obra ejemplar, iluminada y emancipadora, de Renaudie y su equipo. En el programa de trabajo del museo, junto con otros asuntos de gran pertinencia, está inscrita desde hace tiempo la intención de realizar una buena exposición sobre este tema. Y, gracias a ella, habría mucho que aprender. Nos estimula la posibilidad, de cara a actualidad de la GMVV, de comparar cuestiones esenciales para un buen desarrollo social, urbano y arquitectónico, de la vivienda colectiva. 

Lamentablemente, y aquí entramos en una cuestión extremadamente delicada, la realidad económica y administrativa del museo constituye un gran obstáculo. Desde hace más de dos años el museo no dispone ni siquiera de un bolívar para sus necesarias tareas de exposición, difusión y conservación del material cultural referido a la ciudad y a la arquitectura. Los museos, en la actual circunstancia de crisis económica y social, no son prioritarios -difícilmente pueden serlo- en la asignación del presupuesto nacional. 

El MUSARQ puede hablar. Pero nada más que eso. Duele decirlo, porque aquí está un dispositivo excepcionalmente útil y disponible para el desarrollo y crecimiento de la cultura de la arquitectura y de la ciudad. Pero, totalmente paralizado. 

Lo único que prometemos es que seguiremos luchando, recurriendo a todos los recursos, internos y externos, para cumplir con nuestras tareas. Incluyendo, por supuesto, el asunto de la vivienda colectiva y Jean Renaudie.

Jean Renaudie, Ivry, Francia

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