13. CIUDAD, ARQUITECTURA, ASEDIO Y PANDEMIA

                                       

Cuidad en Mali

Parque Central Caracas 

Típico pueblo venezolano 


Alejandro López Arocha

Venezuela vive tiempos complejos, interesantes y desafiantes. Y dentro del contexto planetario, vemos que en el mundo entero ocurre algo similar con las particularidades regionales de cada país. Esto conduce a grandes incertidumbres (desconcertantes) aderezadas con la desinformación, verdades a medias y falsedades, que caracterizan hoy a políticas y actores básicos y dominantes en el entorno internacional. 

El país está sometido a presiones extremas desde adentro y fundamentalmente desde afuera. Debe suponerse que tomará tiempo esa condición. Igualmente sucederá con los otros grandes temas universales: pandemias, guerras, deterioro ambiental, afectación sociológica y un extenso etcétera. 

La actitud a asumir para enfrentar y afrontar esta perplejidad general, en nuestra pequeña escala, pareciera ser la que un amigo siquiatra una vez planteó: “ubícate siempre en el peor de los escenarios, porque de allí hacia acá, todo será mejor”. 

Es vital revisar el pensar, saberes y haceres de todos, como individuos y comunidades, hasta los grandes decisores y vanguardias que dirigen los procesos políticos, académicos, económicos y otros. 

En nuestras ciudades, pueblos, caseríos y comunidades, en las edificaciones e infraestructuras, en las actividades diversas que realizamos, hay que transformar visiones y enfoques que todavía por inercia se sostienen, por nuevos paradigmas y particularmente, priorizar el largo plazo para que lo que se realice en el corto y el mediano, sean pasos preventivos y sostenibles hacia el futuro. 

Por ejemplo, la estrategia del desarrollo nacional debe basarse en la autogestión y cogestión, entre instituciones y comunidades. En la planificación y gestión urbana, los entes nacionales deben actuar, desde la conceptualización hasta las fases de mantenimiento, en articulación coordinada con los gobiernos regionales, locales y con el rol protagónico de las comunidades. 

En las ciudades, y la vivienda en particular, es imprescindible balancear lo cuantitativo (cantidades de unidades, de kilómetros, de m2, de operativos…) que hoy prima sobre lo cualitativo, porque las comunidades habitacionales deben ser auto gestionadas en todos sus aspectos. Autónomas en lo máximo viable posible según cada realidad, en cuanto a capacidades propias para disponer de alimentos, educación, salud, agua, energías, etc., en la localidad o a corta distancia y fácil accesibilidad (en otras culturas llaman “15 minutos”). 

En fin, el meollo del asunto, es alcanzar la autosuficiencia general para que asedios, sanciones, ineficiencias internas, calamidades, pandemias, sequías y muchas más situaciones, sean superadas o minimizadas, para que la población se proteja por sí misma en lo vital, por el mayor tiempo posible. Seguiremos este tema en futuros artículos de los miércoles. FIN. 


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